jueves, 18 de septiembre de 2014

Los principios leninistas de la crítica del oportunismo y revisionismo – un componente indispensable de la lucha de los comunistas contra el imperialismo

Revista Comunista Internacional-Tiulkin Víctor Arcádievich.- A veces, dentro del movimiento comunista se observa el verdadero infantilismo en los estados de ánimo y relaciones entre sí. No se trata tanto de la “enfermedad infantil del izquierdismo” como del deseo de no ver ni oír lo indeseado.

Hace poco leí con mi nieta el cuento magnífico de Nicoláy Nósov “Neznayka en la Ciudad de las Flores”. Como se relata en este cuento, Neznayka decidió hacerse pintor. Cuando todos sus amigos durmieron, tomó las pinturas y pasó a retratar a cada uno . A Pónchik le pintó tan gordito que ni siquiera cupo en su retrato, a Toropyzhka de piernas muy delgadas y con el rabo de perro, al cazador Pulka cabalgando en su perro Bulka. Al doctor Piliulkin, le pintó termómetro en lugar de su nariz. A Znayka le pinto las orejas del burro. O sea, hablando con el lenguaje de adultos, les ridiculizó y caricaturizó a cada uno. Antes del amanecer, colgó los retratos en las paredes e hizo escritura bajo cada uno, resultando la verdadera exposición.
El primero que se despertó fue doctor Piliulkin. Vió los retratos en la pared y pasó a reír. Le gusto tanto que puso sus anteojos y pasó a examinar los retratos co gran atención. Aproximó a cada retrato y reí mucho. “¡Bravo, Neznayka!-– decía doctor Piliulkin. – Nunca he reído tanto en toda mi vida!” En fin, se detuvo ante su propio retrato y preguntó con aire riguroso: “¿Quién es esto? ¿Acaso soy yo? No, no soy yo. Es el retrato muy malo. A lo mejor retíralo”.
Así, cada uno observó las caricaturas de los demás con placer, pero al reconocer a sí, demandó retirar el retrato.
Más o menos lo mismo ocurre en nuestra vida adulta del Partido, aunque no se trata de unas caricaturas amigas sino de las discrepancias reales. Todos critican el oportunismo y el revisionism, mas una vez que se nombran apellidos o Partidos concretos, se replica: eso no hace falta, esto es “pegar rótulos”, el fuego de la crítica debemos orientar contra la burguesía y no unos contra otros, etc.
Busquemos el consejo de Lenin, veremos con qué principios se atuvo él en su labor teórica y actividad práctica.

1. El carácter científico. La actitud de clase. La revelación de las contradicciones esenciales en aras de su solución.

Lenin negó el empleo de la crítica como simples acusaciones emocionales o, peor aún, injurias (en nuestro caso de hoy, se suele así acusar en el “oportunismo”, “renegadismo” y además “neotrotskismo”). Él siempre reveló la esencia de un fenómeno. Lo que formuló en su obra “¡El radical ruso reflexiona con retardo!” es la definición del oportunismo más precisa y compensable en la vida cotidiana: «No tienen razón quienes con tanta frecuencia consideran esta palabra un “simple insulto”, sin tratar de reflexionar en su significado. El oportunista no traiciona a su partido, no le es desleal, no se retira de él. Sigue serviéndolo, sincera y celosamente. Pero su rasgo típico y característico es que cede al estado de ánimo del momento, es su incapacidad de oponerse a lo que está en boga, es su miopía y abulia políticas. Oportunismo significa sacrificar los intereses prolongados y esenciales del Partido en aras de sus intereses momentáneos, transitorios y secundarios». (Obras completas, t. 14, pp. 37-38).
Lenin consideró que «dar colorete a la verdad es inmoral». (Obras completas en ruso, t. 1, p. 410) Insistió: «un marxista … considera como sostenible solo la crítica desde el punto de vista de la clase determinada» (Obras completas en ruso, t. 1, p.466). Él siempre hizo labor de la crítica desde las posiciones de la clase obrera. Con esto, Illich siempre hizo todo para reveler y desentrañar las verdaderas contradicciones para analizarlas y resolverlas. En particular, atajo la atención a la manera típica de los oportunistas – su indeseo del ajuste de cuentas abierto: «Cuando se habla de lucha contra el oportunismo no hay que olvidar nunca un rasgo peculiar de todo el oportunismo contemporáneo en todos los terrenos: su carácter indefinido, difuso, inaprensible. El oportunista, por su misma naturaleza, evita siempre plantear los problemas de manera concreta y rotunda, busca la resultante, de desliza como una culebra entre puntos de vista que se excluyen mutuamente, esforzándose por “estar de acuerdo” con uno y otro, reduciendo sus discrepancias a pequeñas enmiendas, a dudas, a buenos deseos candorosos, etc.,etc. » (Obras completas, t. 8, p. 416).
Para confirmar otra vez el carácter científico y de clase de la actitud leniniana, subrayemos su comprensión de lo siguiente: a veces, los asuntos de principios se resuelven no por votaciones sino por la lucha real. Lenin no temó quedarse en la minoría en algunos casos, creyendo que la vida y la lucha del proletariado todo irían a probar: «Debilidad numérica? Pero, desde cuándo los revolucionarios hacen depender su política de si están en mayoría o en minoría?» (Obras Completas, t. 3, p. 274). Y añadió que «no hay que temer quedar en minoría»( Obras Completas, t. 31, p. 112).

2. El carácter, el objeto y la dirección concretos.

A cada lector de las obras de Lenin es conocido que estos principios eran característicos para su estilo de trabajo. No se trataba de la crítica del oportunismo y renegadismo en general de modo teórico puro, sino la lucha contra sus manifestaciones bien concretas, y en sus ejemplos, las generalizaciones y conclusiones teóricas. Lenin favoreció las expresiones sinceras y sencillas:«Pronunciar frases altisonantes es una propiedad de los intelectuales pequeñoburgueses desclasados. Los proletarios comunistas organizados castigarán seguramente por esas “maneras”, al menos, con burlas y con la destitución de todo puesto de responsabilidad. Hay que decir a las masas la amarga verdad con sencillez, claridad y franqueza» (Obras Completas, t. 36, p. 299).
No se puede imaginar que Lenin llamara su obra “Revolución proletaria y algunos renegados de nuestro movimiento”. No: Lenin denotó abiertamente – “renegado Kautsky”, aunque Karl Kautsky tenía méritos indudables ante el movimiento.
A renglón aparte destaquemos: Lenin no tomó en cuenta ninguna particularidad situativa que fuese por encima de las clases. En el artículo “En memoria del Conde Gueiden” dió batida abierta y concreta a algunos “compañeros” por su panegírico “no clasista” al fallecido: “Ese punto de vista no es universalmente humano, sino el universalmente lacayuno. El esclavo que tiene conciencia de su condición y lucha contra ella es un revolucionario. El esclavo que no tiene conciencia de su condición y vegeta en su vida silenciosa, inconciente y apagada, ese es simplemente un esclavo. El esclavo al que se le cae la baba cuando describe satisfecho las excelencias de la esclavitud y se entusiasma ante la bondad y el buen talante de su señor, es un siervo, un bribón. Pues bién, señores de Továrisch, ustedes pertenecen precisamente a esta categoría de bribones... En lugar de convertir a los esclavos en revolucionarios, convierten a los esclavos en lacayos” (Obras completas, t. 16, p. 43).
La crítica leniniana a Plejánov, Mártov, Trotsky, Bujarin y muchísimos más compañeros de lucha, algunos de los cuales abandonaron las posiciones proletarios, no queda dudas que, siempre y cuando se present la necesidad, o se, el objeto mismo de la crítica, cada vez siguió la crítica concreta sobre este objeto y con la dirección concreta.

3. La orientación positiva y constructiva.

La crítica leniniana nunca tenía de fin sólo derrotar públicamente al oponente ideolólico o rival politico. Siempre tenía de intención asegurar el desarrollo del movimiento, el fortalecimiento de la organización. Una de sus formulaciones más conocidas sobre el deslinde lleva en sí el potente cargo de la tarea más alta – la unificación futura: “antes de unificarse, y para unificarse, es necesario empezar por deslindar los campos de un modo resuelto y definido” (Obras completas en ruso, t. 6, p. 22).
La tarea de la crítica leniniana no es sólo denunciar las enfermedades sino curarlas: «Un partido político no sería merecedor del respeto si no supiera dar a la enfermedad que padece su verdadero nombre, sentar un diagnóstico despiadado y buscar el medio de curarse». (Obras Completas, t. 8, p. 323).

4. La continuidad, la intransigencia, la obligación y la publicidad.

Según Lenin, el bolchevismo, como una corriente del pensamiento politico y como un Partido politico, existe desde 1903. Toda la historia del Partido leninista es la historia de lucha contra las corrientes ideológicas hostiles a los intereses fundamentales de la clase obrera: el populismo y economismo, el oportunismo en el sentido amplio de este término, el revocacionismo y liquidacionismo, la desviación izquierdista, el trotskismo y otras múltiples manifestaciones de la influencia ideológica burguesa sobre el movimiento obrero.
En el libro “La enfermedad infantile del izquierdismo” a la pregunta: «EN LUCHA CONTRA QUE ENEMIGOS EN EL SENO DEL MOVIMIENTO OBRERO HA PODIDO CRECER, FORTALECERSE Y TEMPLARSE EL BOLCHEVISMO?» Lenin contestó: «En primer lugar, y sobre todo, en lucha contra el oportunismo, que en 1914 se transformó definitivamente el socialchovinismo y se pasó para siempre al campo de la burguesía contra el proletariado. Este era, naturalmente, el enemigo principal del bolchevismo en el seno del movimiento obrero y sigue siéndolo también a escala mundial». (Obras Completas, t. 41, p. 14)
Este juicio de Lenin sobre el oportunismo como el enemigo principal del movimiento obrero no sólo ha mantenido su vigencia sino se ha hecho aún máa vital hoy día, porque la burguesía contemporánea se ha convertido el oportunismo del mero conformismo en su arma manipulada, renegadismo abierto y revisionism teórico. La obligación de la lucha sin cuartel contra el oportunismo se han formulada en las palabras de Lenin: «la lucha contra el imperialismo es una frase vacía y falsa si no va ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo» (Obras Completas, t. 27, p. 446).
Los oportunistas, tanto los pasados como los actuales, suelen de proponer abstenerse de la crítica bajo el pretexto de la unidad de las filas del Partido. De este modo, se defendían a Gorbachev, llamando a dirigir la arma de la críticacontre Eltsin. Hoy, defienden a Ziugánov y KPRF, diciendo que haya que dirigir las armas contra Putin etc. Dicen: tenemos todos la misma bandera roja, todos somos comunistas y por el socialismo. Lenin expresó de modo contundente ya en 1914 en su artículo “La unidad”: «¡La unidad es una gran cosa y una gran consigna! Pero la causa obrera necesita la unidad de los marxistas, y no la unidad de los marxistas con los enemigos y falseadores del marxismo». (Obras Completas, t.25, p.82).
Respecto a los falsificadores del marxismo, Lenin era no sólo riguroso sino severo y duro hasta el desprecio moral: «O la dictadura (es decir, el poder férreo) de los terratenientes y de los capitalistas, o la dictadura de la clase obrera.
No hay término médio. Con el término médio sueñan en vano los señoritos, los intellectualillos, los sujetos que han estudiado mal en malos libros. En ninguna parte del mundo hay término médio ni puede haberlo. O la dictadura de la burguesía (disfrazada con pomposas frases de los eseristas y mencheviques sobre el gobierno del pueblo, la Asamblea Constituyente, las libertades, etc.), o la dictadura del proletariado. El que no lo haya aprendido en la historia de todo el siglo XIX es un idiota incurable» (Obras Completas, t.39, pp. 166-167). Y añadió: «Sólo los canallas o los bobos pueden creer que el proletariado debe primero conquistar la mayoría en las votaciones realizadas bajo el yugo de la burguesía, bajo el yugo de la esclavitud asalariada, y que sólo después debe conquistar el poder. Esto es el colmo de la estulticia o de la hipocresía, esto es sustituir la lucha de clases y la revolución con votaciones bajo el viejo régimen, bajo el viejo poder». (Obras Completas, t. 39, p. 228).
Lenin no se detuvo ante denuncias abiertas tanto sobre las personas políticas como los Partidos personificados en ellas:«La mayor desventura y el peligro para Europa es que no tiene un partido revolucionario. Tiene partidos de traidores del tipo de los Scheidemann, Renaudel, Henderson, Webb y Cía., y almas de lacayo como Kautsky. Pero no tiene un partido revolucionario». (Obras Completas, t.37, p. 112).
Al lado con esto, nuestras formulaciones puras y duras sobre algunos oposicionistas parlamentarios resultan sorprendentemente blanditas y superdiplomáticas.

6. La invocación a las masas proletarias como un árbitro.

Lenin subrayó que los bolcheviques vencieron a los mencheviques, ante todo, porque ganaron a su lado la mayoría del proletariado conciente, que optó con su intuición obrera por lo que correspodía a sus intereses fundamentales: «La masa trabajadora percibe con extraordinaria sensibilidad la diferencia entre los comunistas honrados y fieles y los que inspiran repugnancia al hombre que se gana el pan con el sudor de su frente, al hombre que no tiene ningún privilegio ni “acceso a los jefes”» (Obras Completas, t.44, p. 125).
Por esta misma razón, las autoridades y oportunistas juntos esfuerzan para impedir y apartar las masas obreras de la participación conciente y organizada en la política.

7. La autocrítica y el reconocimiento de los errores propios.

Lenin afirmó: «Nada puede hundirnos, si no son nuestros propios errores» (Obras Completas, t. 42, p. 259).
Siendo así, estos errores y su misma posibilidad tienen que ser objeto de atención permanente, la que debe desembocar en su corrección: «Todos los partidos revolucionarios que han sucumbido hasta ahora, han sucumbido porque se han engreído, no supieron ver dónde estaba la fuente de su fuerza y temieron discutir sus debilidades. Pero nosotros no sucumbiremos, porque no tememos discutir nuestras debilidades, y aprenderemos a superarlas» (Obras Completas, t. 45, p. 126).
Es lamentable que se olvidaron esta lección leniniana, se engreyron y se engordecieron, y el PCUS se derrumbó. Tenemos que remediar la situación.
A propósito, Lenin supo reconocer la razón de sus oponentes. Por ejemplo, Vladímir Illich decía que a lo mayor los mencheviques eran agentes del imperialismo, lo que probaron con sus acciones muchas veces, pero esto no quiso decir que los mencheviques se erraron sobre todos asuntos – ocurría también lo contrario.
Lenin escribió en 1920: «El bolchevismo no habría podido vencer a la burguesía en 1917-1919 si antes, en 1903-1917, no hubiera aprendido a derrotar a los mencheviques, o sea, a los oportunistas, reformistas y socialchovinistas, y a expulsarlos implacablemente del partido de vanguardia del proletariado» (Obras Completas, t.40, p. 25).
Hoy día, los comunistas contemporaneous, con la experiencia de la construcción del socialismo en la URSS y de la bancarrota del PCUS gorbachevista, tenemos que sacar las conclusiones correspondientes, para que la vez siguiente resulte mejor.

* Tiulkin Víctor Arcádievich es Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista Obrero de Rusia (RCRP-PCUS)

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